viernes, 27 de enero de 2012

Hola, os hago llegar en varias entregas (ya que no podemos descargar el doc. entero) este interesante trabajo. Encuentro inetresante ponerlos en relación con el doc ‘Dinero versus Energías fósiles’ de D. Holmgren que descargó Javi y que me ha parecido muy interesante. Besos, Pablo P.

Tejer la vida en verde y violeta (1ªparte)
Vínculos entre ecologismo y feminismo
Cuadernos de ECOLOGISTAS en acción 13
www.ecologistasenacción.org edición: junio 2010


“Entre matar y morir existe una tercera vía: la vida” Pancarta de Mujeres de Negro
“Las Madres y Abuelas de Mayo demostraron a los que desprecian las tareas domésticas que preparar croquetas y zurcir calcetines para los hijos durante años y años es también una buena manera para entrenarse para combatir contra una dictadura feroz. La ampliación del ámbito de su lucha desde las cocinas de sus hogares y la expansión de su conciencia social y su actividad militante más allá de las fronteras de su país confirma el paso natural del cuidado de los cuerpos al cuidado del mundo que llamamos política”. Santiago Alba Rico
Presentación
En la década de los 70 un grupo de mujeres se abrazaron a los árboles de los bosques de Garhwal en los Himalayas indios. Intentaban defenderlos de las modernas prácticas forestales de una empresa privada. Las mujeres sabían que la defensa de los bosques comunales de robles y rododendros de Garhwal era imprescindible para resistir a las multinacionales extranjeras que amenazaban su forma de vida. Para ellas, el bosque era mucho más que miles de metros cúbicos de madera. El bosque era la leña para calentarse y cocinar, el forraje para sus animales, el material para las camas del ganado, la sombra… El abrazo de las mujeres Chipko a los árboles (chipko significa abrazo en su lengua) era el abrazo a la vida.
En esta misma década, en 1977, un grupo de unas 14 mujeres se organizaba en Buenos Aires. Madres de personas desaparecidas convirtieron en público su dolor privado. Durante décadas, las Madres de la Plaza de Mayo representaron un ritual semanal de resistencia basado en el papel que la ideología patriarcal, tan funcional a la dictadura militar, había asignado a las mujeres. Ellas asumieron este discurso para darle la vuelta y convertirlo en arma política. Desde su papel de madres convirtieron su pérdida personal en política y resistieron, invirtiendo las formas tradicionales de activismo social y político, frente a la durísima represión y violencia militar. El eje central de las políticas de las Madres era la defensa de la vida y el derecho al amor.
El movimiento Chipko y las Madres de Mayo son dos de los muchos ejemplos de la actividad social y política de las mujeres centrada en el mantenimiento de la vida. Esta centralidad en la vida crea un espacio de encuentro y de diálogo entre el ecologismo y el feminismo que alumbra interesantes propuestas para la transformación social.
Por ello, en este cuaderno vamos a analizar los paralelismos que existen entre el origen de la subordinación de mujeres y de naturaleza en la cultura occidental, los problemas que ha generado esta situación de dominación y la propuesta de transformación social que supone la sinergia y el diálogo entre feminismo y el ecologismo.
El pensamiento occidental subordina a las mujeres y a la naturaleza
El modo de comprender lo que nos rodea tiene fuertes implicaciones en la manera de intervenir sobre esa realidad. La filosofía que alimenta nuestra cultura es una herramienta que sustenta la supremacía del hombre y la subordinación de las mujeres y de la naturaleza.
La génesis del modelo de pensamiento occidental hunde sus raíces en la Modernidad, un período largo y complejo que abarca varios siglos. La Modernidad no tiene una fecha clara de inicio, aunque muchas personas señalan 1637, años en el que Descartes publicó el Discurso del Método, como momento de arranque. Se trata de una época plagada de avances, en la que se consigue desvincular el desarrollo del pensamiento del poder religioso, o en la que el concepto de ciudadanía (masculina) se abre paso, etc. Pero durante este período también se sentaron las bases de los actuales modelos de pensamiento que han conducido a vivir de espaldas a la naturaleza. Se crearon las concepciones sobre el mundo y el progreso que aún hoy se mantienen, se estableció el modo de relación entre los seres humanos y su entorno, y se creó un sistema tecnocientífico que creció sin considerar límites y a unas velocidades incompatibles con los procesos de la Biosfera que sostienen la vida.
La revolución científica e ideológica que instaura la Modernidad se consolida en el período ilustrado que culmina en la segunda mitad del siglo XVIII. En este momento se afianza la cultura occidental como visión generalizada del mundo y se da la concurrencia de dos fenómenos muy significativos: por un lado, la aparición de los ideales de la ilustración, basados en la libertad intelectual y el conocimiento emancipado de la Iglesia; y por otro el surgimiento del mercantilismo y de la revolución industrial. Tristemente en los siglos que vendrían después, el mercantilismo y las consecuencias de la revolución industrial han primado, haciendo de la libertad intelectual y de una gran parte del conocimiento desarrollado, instrumentos a su servicio.
El sistema de pensamiento patriarcal presenta tres rasgos esenciales: su estructura binaria, su carácter jerárquico y su pretensión de universalidad. En efecto, la estructura de pensamiento se basa en una serie de dualismos que dividen la realidad en pares de opuestos (cultura/naturaleza, mente/cuerpo, razón/emoción, conoci-miento científico/saber tradicional, público/privado, hombre/mujer, autonomía/dependencia, etc.) La relación entre estos pretendidos opuestos no considera espacios intermedios, interacciones mutuas o dobles causalidades. Por tanto, en esta forma de pensamiento, la afirmación siempre requiere la negación de lo diferente. En segundo lugar, tal y como decíamos, se sostiene que esta estructura binaria tiene carácter jerárquico y, en cada par, un término encarna la normatividad y normalidad frente al opuesto que representa la anormalidad o “lo otro”.
Por último, el término que usurpa la normatividad o la normalidad se erige en universal, se convierte en “lo único”. Así, se invisibiliza la existencia de “lo otro” que deja de constituir una parte de la realidad para pasar a ser una excepción o ausencia de lo normativo. Cada par de pretendidos opuestos, en los que la relación es jerárquica y el término normativo encarna la universalidad, se denomina dicotomía. Unas con otras se encabalgan estableciendo paralelismos entre ellas. Así pues, en las dicotomías mencionadas anteriormente, las mujeres quedarían del lado de la naturaleza, del cuerpo, de la materia, de las emociones, del saber tradicional, de la experiencia, del objeto, de lo dependiente, de lo privado… rasgos considerados femeninos frente a sus opuestos considerados masculinos. En Occidente, después de la Ilustración, esto ha significado que el hombre blanco, burgués, heterosexual, sin discapacidades, etc. ha asumido el papel de sujeto universal con respecto al cual, el resto de grupos sociales aparecen como desviaciones.
La cultura del occidente ilustrado ha construido el concepto de progreso sobre la base de superación y progresivo alejamiento de la naturaleza y de la adquisición de la capacidad de los seres humanos para ser independiente de ella a través de la ciencia y la tecnología.
En el modo de pensamiento patriarcal que subyace a la ciencia moderna, el par cultura/naturaleza se encabalga de forma clave con el par masculino/femenino. Naturaleza y mujer se asocian con lo irracional y por tanto, con aquello que necesita ser domesticado y controlado. A partir de ahí, se justifica ideológicamente el dominio y la explotación de la naturaleza y de las mujeres a favor del hombre y los valores masculinos y, más aún en la invisibilidad de ambas en el relato que los hombres hacen de la realidad.

1 comentario:

  1. Gracias Pablo, es cruelmente interesante, estoy deseando seguir leyendo mas partes. El link que has puesto esta corrupto.

    Feliz semana

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